ESTOS SON VEINTE DE LOS MEJORES POEMAS DE TOMAS PARA 20/20

octubre 28, 2011

11. VICTOR RUIZ VELAZCO



UN CABALLO GRANDE MEDITA

A Wáshington Delgado


Al pie de la cama de un buen hombre
un caballo que descansa sobre heno
piensa:

Veinte metros son muy poco para ejercitar
las piernas y retar al viento
me golpee con aquella libertad
de película muda del lejano oeste,
veinte metros son muy poco, veinte metros
son muy poco...
y va quedándose dormido.

Una mano larga le acaricia las crines,
otra escribe sobre el cobertor
y otra, lee poemas que el caballo saborea
como trozos de azúcar sobre el paladar...

(De la mano emancipadora de un buen hombre,
el caballo va alcanzando sus sueños de libertad).
(1)




 DIALÉCTICA

A Thomas Boberg

Ahora soy ese ladrón
de los cuentos de hadas
que roba a los pobres
para darle a los ricos
donde les gusta

y robo el hambre
y la pena

y lloro a veces

y a veces vuelvo
a recuperar lo que es mío.
(1)





LLEGANDO A LAUSANNE

He do the Police in Many Voices
Charles Dickens

-Possum:

Fue en el verano del 21 que conocí Laussane
por vez primera. Allí encontré refugio de mi Señor,
quien por las noches desgarraba mis manos
con una estaca. Los gritos y el cortejo fúnebre,
empezaban cada tarde rondando el comedor
como perros de presa,
            y otros marchitos muñones de tiempo
            se contaban en las paredes: formas,
            mirando fijamente, se asomaban,
            inclinándose, acallando el cuarto encerrado.

Un halo de luz, y las cabezas rodaban
como grandes preguntas que nunca
hallaron respuesta en manos de ujieres que,
                                                           como yo,
no las habían esperado jamás,
            en ampollas de marfil y cristal de color sin tapar,
            asechaban sus extraños perfumes sintéticos, en ungüento,
            en polvo, o líquidos; turbaban, confundían y ahogaban
            los sentidos en aromas.

Las lanzas sangrantes
Tenían un lugar específico en medio de cada corte, también.
Y no dejaban espacios entre susurro y murmuro:
           
(Por el camino de Emaus,
llegó un extranjero a morir
a estas tierras,
mas cuando regresó de la muerte
elevado por jacintos que dejaban la tierra
                        en busca del sol,
al ser requerido su nombre
por una bella doncella,
supo que era Perche Val,
el duque primo de Alfonso)

Por las mañanas mi Señor era un hombre divino
que encontraba refugio y caro consuelo
sentado en una barca en medio del río.
Intentando pescar aquel pez milenario
que aliviaba el dolor que padecía
                                   y encorvaba su cuerpo
hasta hacerlo bajar la cabeza frente al más vil
de los hombres, el soberano encontraba
un poco de paz.

No sabía que su afán era el afán
de quien todo lo quiere y está dispuesto
a perder incluso los sueños por ello.

Pero su ruego era por la tierra y sus hombres.
Por esta razón nunca le confesamos que su llanto
secaba los ríos y lagos cercanos, matando
toda forma de vida y consigo
toda esperanza.

Y resistimos sumisos la llegada de nuestro Señor,
cada tarde a palacio, siempre la misma tarde
sin respuestas que aliviaran su culpa y dolor

            El que se purifica manchándose con sangre
            el que se limpia el barro con barro
            en este punto trata de retornar contradiciéndose…

Sin embargo, huí de mi Señor y busqué refugio
en Laussane, en el verano del 21.
Cuando escribí una historia que, a mi pesar,
hablaba de la esperanza

y las manos unidas al final de cada batalla.
(2)





PREPOSICIONES


I

Nadie habita el mismo cuerpo dos veces,
piensa Lázaro, mientras observa la piedra
que sella su sepulcro.


II

Nadie habita el mismo cuerpo dos veces,
repite el amante a la amada,

mientras va entrando en sus aguas.
(2)





SUEÑO DE SANCHO

Al salir de Barcelona volvió Don Quijote
a mirar el sitio donde había caído y dijo:
Aquí fue Troya; aquí mi desdicha, y no mi cobardía,
se llevó mis alcanzadas glorias; aquí usó la fortuna conmigo
de sus vueltas y revueltas; aquí se oscurecieron mis hazañas:
aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse…
Miguel de Cervantes Saavedra


He vuelto a recoger las flores –rosas blancas-
para curar nuestras bocas. Abiertas están por el llanto,
el viento helado. Abiertas están por la sal.

            El Mar ha descansado a sus anchas últimamente…

El Mar ha sabido envolvernos en su verdor infinito
y nos ha dado un nombre, sin embargo.

A dónde nos llevan tus sueños, viejo amigo,
¿a nuevas aventuras, quizá? ¿En dónde los sueños
y pesadillas dejan de parecernos reales? Las gaviotas
detenidas en vuelo y mis piernas dobladas, una vez más,
como si buscaran hacerse unas con esta tierra
                                               -Arena final-
la  última nave se aleja ya
y ni tu bello rocín ni mi jumento fiel
han logrado alcanzar lo inasible. La última nave
se aleja ya, como buscando hacerse una con el horizonte.
                                                                       ¿Ves tú?

¿Y qué será de mi mujer y mis hijos si una mano
les sucede el vientre a la hora de la cena?
Tomando lo que le pertenece, la mano no deja nada.

            Aquí, nuestros sueños se cristalizan
            Junto a la sal que el viento llenó
            en nuestras bocas

Cuántas veces derribaste los muros con palabras
y aliviaste mis toscas manos con promesas,
                                               ¡oh, gran Señor!
Algo para comer.
Algo para saciar la sed y vestir nuestros cuerpos.

            Las rosas blancas solo son buenas
            para los funerales
                                               -había dicho-
Pero no para bocas hambrientas
y, sin embargo, nada ha cambiado/ Ni tu nombre,
ni mis pasos. El viejo rocín parece cada día más flaco,
eso es verdad. Pero a pesar de todo,
las gaviotas besan su lomo incansablemente.

¡El mar se aleja! Tu escudo lo abraza
como intentando detenerlo –una vez más-
y yo, valiente escudero que vela las armas por su Señor,
cuando este decide que la noche termina
si el sueño le ha cerrado los ojos con una mano dulce,
dulcísima, como aquella mujer que recoge los frutos
que obligó que la tierra le diera.
Dulce mujer que paga sus alimentos
con el sudor de su frente. Mujer ya maldita.

¿Y dónde está esa mujer?
¿En boca de quién andará su nombre a estas alturas?

            Para recibir una muerte hemos nacido

Y yo, que luché junto a ti contra molinos, ovejas
y bachilleres, en la cueva de Montesinos
                                                           perdí el corazón.

Harto de juzgar y dar pareceres,
dejé mi reino la séptima noche del séptimo día
De mi Gobierno, ¿ves, tú?

            Pero todo cambia, también eso es verdad

Y tú has olvidado a los títeres y prisioneros.
Has olvidado mis manos que, libres ya de su cuerpo,
vuelan como azotes golpeando el viento.
Has olvidado los grandes sueños. Y sin embargo,
tu historia es ya conocida, ¡oh, gran Señor!
Querido Señor de los espejos, sobre el cual
descubro mi imagen y me reconozco, entero.

            -Ahora es que entiendo a dónde nos ha traído tus sueños-

El mar alejó ya la última nave.
Avallon… Avallon… Avallon…,
es solo un cuento de viejas desdentadas, pero dulces,
dulcísimas,

como el sueño que nos despertó.
(2)





SIMON EL MAGO


Pedro no pudo escapar dos veces de su Señor.
entonces fundó una Iglesia dentro de Roma,
para hombres castos y sabios.

A Pedro le interesaba el futuro y sus visiones
del paraíso. No le importaba el perdón.
Ni las manos elevadas en Rezo, o en vuelo.

Esto lo entendió muy bien Simón,
conocido como El Mago por sus grandes hazañas:
cuentan que devolvió la vista a los ciegos,
hizo caminar a los inválidos,
dio de comer a los hambrientos.
Y todo ese tipo de cosas que hacen los magos
                                               y los elegidos.

¡Pero ah, pobre Simón!

También volaba de vez en cuando.
Solo por diversión.
(2)






Una lechuza observa a un ratón
desde lo más alto de parva
mientras el sol –que todo lo ve-
se eleva en silencio

borrando las sombras.
(2)



EL POZO DEL INFIERNO


El viento alejó los últimos días como simples moscas.
Ahora son hojas secas que muestran la puerta de salida,
la caída de un árbol, inmóvil. Por dónde empezar?

Una piedra, un sueño bajo las escaleras
y la llegada de la golondrina de mar.
Recuerdo de otros veranos, ciudades mitos
que siempre regresan y llenan de sentido mis días.

Y si de pronto decimos que aquí existió una ciudad
con tus ojos y cantos:

            ¡Todo un corazón en la noche!

Ah!, es el viento el lejano enemigo que nos acerca
y nos hace fuertes.

Es el viento, la noche que siempre regresa a tu lado
y estira tu cuello como una daga / Ahora es una espada
que, siempre a tu lado, deja su rastro de luz y de paz.

Pero si decimos acaso que aquí existió una ciudad
con tus ojos y cantos

            -Todo un corazón en la noche-

Es el viento, querido,
el lejano enemigo que nos aleja. Solo eso. Solo eso.

Y si de mí, por ejemplo, alguien dijera:
“Aquí yace Peire Vidal, quien fue un hombre justo”.
Si, por lo menos, alguien dijera que fui apasionado…

Hijo de Erasmo, en el camino de Damasco
una bella dama me preguntó aquella vez,
una tarde de junio
            -cuando me conocí-
qué aves eran aquellas que yacían muertas a la vera
como esponjas dispuestas por un ser supremo
            -después de cruzar el gran valle, aliviado por tu pregunta-
para limpiar nuestra sangre nuestras almas errantes
            -la misma que nos sirvió tantos años tantos años tantos-

            ¡ALGUIEN ABRA LA PUERTA, POR FAVOR!

-Pero nadie respondió.

Yo tampoco supe qué responder
y me perdí para siempre,
y caí. Caí.

Mis hermanos cruzaron siguiendo la cabeza de Juan
-trescientos metros abajo, en la ciudad de Merano-
en medio de un delicado giro de los acontecimientos,
producidos por un simple deseo concedido al azar
y a la lujuria de un padre; o solo era un Rey despechado?
Cómo era esa canción estelar?

            El padre del padre, el padre, o sea el Rey,
            el hijo y hasta la entenada;
            eran todos tocayos. Lo supe
            un kilómetro abajo del Castillo de Tirol,
            y Brunnemberg… Brunnemberg…
            se deshacía en mi boca.

D´onde fue que dejamos las cosas no dichas,
            (¡…y en primavera aquel valle
            es un mar de manzanos en flor!
            Yo solo lo he visto en invierno)
el recuerdo de la golondrina de mar
y las cucarachas de café que iluminaron
nuestros días después de la despedida?
¡Coltano!
¡Coltano!
St Elizabeth…
Ciudades irreales.
Alimentado como una fiera.
-Sovegna vos al temps mon dolor-

Nos reuniremos acaso bajo la salamandra
de azulejos y tú, Alto y delgado
como una sombra, seguirás aguardando
una pausa en nuestra conversación
para iniciar un discurso?

Cuando pienso en los felices días que pasaron
y recuerdo aquella espléndida locura,
¡ved! maldigo mi fortaleza
y escarnezco al sol por su contento;
pues que aquella ha muerto
y se burla el rojo sol de mi congoja…
-Poi s’ ascose nel foco che gli affina-

El estar aquí se disipa entonces
y no más recorrer sucias calles en busca de viejos pasos
lenguas perdidas apóstoles en busca de redención, si:
            Tarde, muy tarde, te conocí tristeza,
            yo que he sido duro como la juventud
            hasta los sesenta años,
            pero la soledad de la muerte descendió
            sobre mí a las 3 p.m., por un breve instante
Y solo supe responder con una mirada.

Por esta razón; ¡Ara Vuz Prec!, querido,
que antes que todo inicio, juremos

no confundir el instinto con la piedad.
(2)





EN VERDAD habrá tiempo
para escribir una carta y olvidar
el nombre del destinatario
habrá tiempo
para sacar a pasear al perro
en una tarde lluviosa
y recordar el poema del caballo
y sus veinte metros de patio
tiempo para recordar
los sueños de libertad
de viejos amigos
leer un libro
que nos deje un vacío
entre la primera
y última línea
antes de tomar el autobús
que nos lleve al trabajo
o terminar de pasar el café
de cada mañana habrá tiempo
para comentar maliciosamente
qué pasó con la vecina de al lado
pasarán nueve meses habrá tiempo
y volveremos a buscar el lugar
donde guardamos las fotos de matrimonio
la pasión de dos enamorados
y las falsas promesas siempre certeras
que llenan espacios vacíos

entre la primera y la última
línea de un mal libro
antes de regresar a casa
en el autobús indicado
una tarde de domingo
habrá tiempo para una y mil distracciones
en medio de una conversación tediosa
apagar el televisor comer una manzana 
y contestar el teléfono masticar colgar
y hasta para una infidelidad
antes de la hora de la cena
incluso antes de lavarte las manos
todavía habrá tiempo y tiempo
habrá tiempo todavía
para lustrar los zapatos de otro
y ensuciarnos de tinta las manos
mientras contamos del 1 al 10
en francés alemán
o cualquier otro idioma pálido
que podamos aprender
en el tiempo que toma
curar una olla de barro traída del norte
extirpar una espina de rosa
clavada en la palma de la mano
o la corrección de un manuscrito
antes de ser arrojado al río
por los señores ladrones que,
en ocasiones, hacen las veces
de críticos literarios
y dará lo mismo, en definitiva
porque siempre habrá tiempo
para estarse completamente solo
para mirarse uno mismo
para alisarse el cabello
frente al espejo del baño
y al tirar la cadena
olvidar todo

para empezar de nuevo
(3)





SOBRE LOS DESPLAZAMIENTOS



La ausencia de ventanas y puertas
es prueba de que esta casa fue hecha
para Nadie.

¿Quién sino podría entrar y salir
de un lugar como este sin dejar rastro?

¿Quién sino
podría habitar y deshabitar una cosa
sin conciencia de qué es lo propio
y qué lo ajeno?
(3)



LA APARICIÓN



Su rostro apareció a través de la lluvia,
todavía sin nombre.

Las palabras no caen del cielo, me dijo,
y se echó a mi costado. 

En la habitación contigua
mi mujer se secaba el cabello
con una bata blanca y anteojos de nieve.

¡Vete!, le dije,
espantándola con un periódico viejo.

Pero ya todo había pasado.

Ya todo había pasado.
(3)




LE COEUR SUPPLICIÉ


De esta no te escapas, susurraba

entre las pocas sombras de Abisinia,
el ojo crepuscular
mientras un ave salida de un sueño
y delirios producidos por el calor
del desierto crecía en las manos
del condenado lista para devorar
con paciencia las larvas
de la pierna gangrenada del muerto.

Arthur contemplaba la escena
desde su silla mecedora,
deseando que llegara el momento
en que él también fuera tocado
por aquel ser misericordioso y de luz
y poder contrabandear sus dolores
y penas por una calma envolvente
que lo acompañara hasta su último aliento
o por lo menos hasta su siguiente dosis.

Los días parecían interminables
en la región de Moriah.

El tiempo detenido en espasmos de luz.
El cuchillo alzándose como azote de Dios.

Mientras tanto
una leve brisa movía la silla mecedora
convenciéndolo en cada impulso
de que podía volar con solo dejarse caer.

Al tercer día de sueños y alucinaciones
y sin previo aviso
el hombre muerto empezó a andar
y se marchó para siempre
sin dejar más rastro que
un cuerpo
parecido a Rimbaud que en su lugar

se devoraba a sí mismo
para mantenerse con vida.
(3)




PARA OTRO EPITAFIO DE LAS PIEDRAS



Tu corazón atado a una piedra.

Y la confusión de tomar el lado equivocado
de la cuerda,
no es lo mismo que confundir el camino
o perder el paso por escuchar una sombra
sin un cuerpo que respire a tu lado.

La sombra de un corazón
vibra igual que la sombra
de la piedra a la que este fue atado.

Reconocer el corazón de la piedra.

Reconocer que el corazón es piedra indomable…


Yo prefiero cortar la sombra de la cuerda.
(3)




SOPLO



Mi corazón no es perfecto
una pared de membranas
obstruye su dedicada función
de bombear sangre pura a mi cuerpo.

El doctor me dice que el soplo,
esa inmensa bolsa de aire comprimido
que espera paciente su turno
para pasar a mi torrente sanguíneo,
un día me matará para siempre.

Yo prefiero no hacerle caso
y seguir pensando que un día
mi corazón se detendrá por causas
más elevadas como la muerte
o el amor, por ejemplo.

Salvo un par de molestias
no tengo mayores reclamos
que hacerle a este malhadado corazón.

De vez en cuando
una punzada en el pecho
me recuerda que sigo vivo
y que pude haber sido futbolista

o astronauta en un tiempo lejano
o en un cuerpo extraño
dirigido hacia el sol
como un globo de helio. 

A veces,
cuando estoy cerca al cielo,
me pregunto si con un corazón imperfecto

podría acaso yo amar sanamente.
(3)




PERO SIN GANANCIA ni pérdida
el intento en sí mismo no tendría sentido.
El amante
por más cerca que se encuentre de
la amada nunca sabrá del movimiento
si ella no lo invita a emprender el viaje
sobre sus piernas
y si él
obligado a todo convencionalismo
no se dejase llevar por esa calle que baja
y no deja de subir
al mismo tiempo que suben
sus pulsaciones
y ese humo enceguecedor…

Ni siquiera el amor se justifica en sí mismo
comprendí mientras miraba el sol
fijamente
pero el sol únicamente sabe de sombras

Sé la proyección de esta sombra
y empezarás a estar finalmente cerca
(4)




PARA ESPANTAR A LOS CHACALES



Y conociéndome como me conozco
podría jurar que también a mi propia muerte
habré de llegar tarde.

Cuando todo esté dispuesto ya en flores,
velas y oraciones, solo mi cuerpo
perseguiría a su muerte
que, cansada de esperarme, a punto estaría
de presentarse sola a velarme.

Si pudiera, si tuviera ojos para hacerlo,
y no únicamente cuencas vacías
donde solo cabe la ausencia seca del no habido,
sé que mi buena muerte
habría de llorarme largamente,
pues larga, sin duda, ha de ser su espera.

Y es que no podría yo traicionarme, Última Señora:
conociéndome como me conozco, incluso
en ocasión tan lejana
se ha de tratar de mi hora y no de la suya

(4)




A UN VIAJERO



Estarán quedándose siempre.
Siempre agitando los brazos
como en las películas mudas.

Y cuando vuelvas,
si vuelves,
si realmente logras volver,
no deberás confundirte;
tendrán sus rostros manos
y cuerpos. Tendrán sus nombres,

pero no serán ellos.

Los otros,
los que dejaste cuando partiste

seguirán esperándote siempre.
(4)




CODA
El arquitecto de puentes construye el vacío
donde antes hubo ríos y bosques.

Él proyecta su sombra y sus ansias
trazando línea por línea el camino que sueña.

El camino que ha de cruzar algo
para llegar a ser nada
(4)





UR

Y sobre el marco roto del pórtico,
el Lar principal yacía caído y roto en tres partes iguales,
y nada más había en la casa
que recordara el tiempo de antaño y glorioso
de esta que fue casa del hombre.


Frente al terreno baldío,
al extender los planos que le fueron encargados
para sustentar los sueños de grandeza
de un viejo mercader de Esmirna,
el arquitecto griego acaba de contemplar
lo que nadie más puede: Las ruinas de su gloria.

En torno a ella edificará la casa del hombre
para que sea habitada y deje de ser ruina nueva.
(4)




VII

Nosotros éramos el mundo, pero ellos también.
Entonces construimos una casa sin ventanas ni puertas
y conocimos la luz y solo nos acercamos
llamándonos por nuestros nombres que
luego dejamos de lado como juguetes rotos,
y entonces descendimos hasta nuestra respiración
que perseguía a las hormigas a través del vacío,
y todo era inmóvil al tacto, salvo nosotros,
habitando cada uno el vacío del otro
como un instrumento ejecutado con claridad y genio,
nosotros como un instrumento
en el que habita la posibilidad del sonido
esperando ser conjurada en música,
el oscuro vacío previo al canto,
cuando intérpretes de nosotros mismos
en el comienzo del tiempo,
sobre la piel, bajo la piel, tenso como un tatuaje,
«el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas»
como un pensamiento que poco a poco
perforó nuestros ojos hasta llegar al sueño profundo,
y entonces fuimos la herida y no más la sangre seca y estéril,
fuimos el borde filoso que abre la costra
y evita que la piel cierre el ojo por el cual Dios nos ve
y por el que nosotros lo vemos a Él 
nadar libremente en nuestras aguas,
en nuestra Historia,
como un flujo continuo de hechos fortuitos
concatenados sin sentido ni ritmo,
sin pasión, y sin embargo
remontando nuestra muerte anunciada,
saltando de cuerpo en cuerpo
como una fútil sentencia de lustros
y agonías malsanas,
y fuimos presos por la desidia
y el Tedio nos sorprendió
en la primera noche del Ramadan.
Nosotros que tanto esperamos,
ahora solo soñamos ser la herida y significar la carne,
abrir esta piedra inerme
y dejar el corazón expuesto
como última ofrenda a un tiempo
que nunca vivimos
y que lloramos como nuestro.

Dos mil años de historia no serán suficientes
para borrar nuestra historia,
porque el tiempo es siempre el tiempo
en que se calla o en que se canta.
El mundo aparecerá entonces
como una fruta madura y fresca
que se abrirá ante nuestros ojos
y nadie recordará esta noche
y nadie sabrá que lo vivido fue cierto,
y nuestra historia será nuevamente la historia
del gusano y la hormiga, el ave y el elefante,
sin conciencia, vacío ni pena,
como una sombra proyectada sobre otra sombra
en infinitos puntos celestes
o como el canto milenario de ángeles mudos
y soberbios
que no se atreven a hablarnos
desde el comienzo del tiempo.
(4)




(1)



(2)














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Poemas  Inéditos
(4)


Víctor Ruiz Velazco (Lima, 1982): Ha publicado los poemarios Aprendiendo a hablar con las sombras (2005), Délibáb, enemigo del viento (2007) y Liebe, la muerte en el otro (2009). Desde el 2005 dirige el sello editorial Lustra.