ESTOS SON VEINTE DE LOS MEJORES POEMAS DE TOMAS PARA 20/20

junio 30, 2011

7. JORGE GIRALDO SÁNCHEZ

CRONOS

Recuperé el habla con esfuerzo.
Mi torpe cuerpo animal, que antes se regocijaba con el olor
del lodo y se saciaba de carne infante, hoy, en su incierta
manera, se mueve lento, sofocado, como la sombra
que por otra sombra menos inútil es ahuyentada.
Y digo para mi garganta que debería en todo caso
rearmonizarme con el Demonio que siempre se dignaba
visitarme y colocaba su tibia mano en mi frente verde
como queriendo hacerme sentir sobrecogido,
oportuno, arrullado, ideal para la vieja matanza de la que
somos tanto él como yo, héroes desnudos y viejos…
Pero es tarde ya.
Se quiebra el habla recuperada y toma lenta forma de
asfixia; y el tono de mi carne no es más el de las ardientes
jaurías, si no que discretamente se apropia del color del
viento.
Entonces levanto al suelo la frente y pregunto: ¿Es posible
un día tierno sin que asome esta baba artera?
Como siempre: mis ojosciegos escupidos de sal.
 (1)


XFRA

Yo te recuerdo siempre de la misma manera: como ligero
sabor de pétalo.
Y si a veces tienes cerrada tu puerta será por no dejar
entrar a esa bestia florida que tanto sabe de tus maneras,
y que sin querer olfatea tus pasos a ciertas horas negras.
Te recuerdo en alturas de espejismo: como regazo de
Sol de esplendente cielo.
Y si a veces dejas cerrada tu puerta será para que tu torpe
aliento no me dañe la espalda.
O para que florezcan los días.
O se hagan infinitos nuestros lazos.
 (1)


APHIL

Como inventor del universo conozco tu vida y tu ya
cansada forma de morir
tu debilidad de arcoíris
o tu descomunal fuerza de panal
Y sé también, con la seguridad de un lobo que escapa
somnoliento de su presa:
que huyes de mí
por el débil viento solo captada
derramando fértiles vapores
escolopendras cosechando
De mí huyes
De mi poco poder para vencer el tibio candor de la tristeza
de mi siempre mortal vocación al abrazo
Huyes de mí
que a donde sea que llegues provocas incendios
devastación de continentes
elevación de la marea

Conozco tu tiempo de mujer
Los vastos límites de tu cuerpo
Sé hasta dónde llega tu ombligo
de qué la savia de tu boca
Y sé también que a pesar
de mi aturdida columna
mis pies de polen
y el amor siempre inoportuno y salvaje
exaltado infértil luminoso voraz
bello como la embestida de mil elefantes a la profundidad
de tu vientre
huyes de mí
mujer mía por mí inventada
crueldad siempre bienvenida
exquisito dolor exquisita desesperanza
desvalido poema imposible de acabar
 (1)


DOBLE

para recorrer distancia inútiles
de espaldas al tiempo
como cordel en un buque de
náufragos
que sostiene
la tarde
el dolor
la angustia de fanal
espero la llegada de tu lengua
asesino a deshora
mortal
indicio de locura
a este vientre sin rostro
capullo de madrugadas mudas
triste mirada de difunto
 (1)


III
Luego yo. Más temprano el ocre Sol  despierta y  cumple  su lacerante promesa sobre los cuerpos y una extraña violencia de palmera me desdice de mí , hombre estéril.
Ciego como estoy a la luz de la vida, a los manzanos, niños, hábiles flores de la eternidad que aquí en mi imagen juegan un papel desconcertante.
Yo confieso mis pecados a la indómita luz de la Luna y a todas las espaldas ofrecidas.
He vivido para conocer la aurora.
(2) 


3

Ya que nos escupiste la desdicha en forma de vientre, madre
Y nos regalaste la cordura como un racimo de lluvia que se desprende
Un poco de agua no vendría mal
Torpes son las horas del que nace necesitando
Ya no recuerda cuando niño golpeaba las escaleras de casa en busca de flores
Resucitados ejercicios de inocencia
Ahora eres hombre, y tus glándulas crecen como el ombligo de un lobo que se asfixia
Es como si en un momento repentino se te hubiera cansado la vida
Y los animales de tu carne repitieran un solo himno desastroso
Apuras un trago de calma como un ron hediondo, desmenuzado
Sí, seguridad en las venas
Un abrazo contundente
(2) 


4

Por qué no te sanas cuerpo?
Porquería de cascos y tierra inútil
Si en otras mentes la carne por sí sola se glorifica y sus flores siguen el curso precioso de las aguas
Y tú en cambio
Podrido
Crees estarte bien de toda hora
Y no llegas a ver que te alimentas de atajos y bulla
Y duermes de lado cerrando para siempre el precipicio del sueño
Y suplicas la sal al hermano y aquel juego estúpido con los padres
Por qué no te curas?
Ni que estuvieras condenado sin haber resuelto el acertijo de los arroyos
Inocente eres cuerpo y te estás acá ya cuantos años?
Avinagrado de esperar la salida del astro uniforme
Mirando el canal que te recorre como si fuera el ansiado trofeo de guerras abandonadas
Acá sigues, piadoso ante tus carnes porque llegan gentes pero tú nos los ves, cuerpo
Sánate ya, qué esperas?
No ves que tarde cae la madrugada con su vestido de arrepentimiento?
No ves acaso que te necesitas para saltar?
Para desear nuevamente las piernas de tu mujer, que has dejado abandonada al hambre de los espejismos solo por un capricho de tu podredumbre?
Con ojos de bestia miras a Cristo en la herida abierta de la habitación
Es tu solemne reloj de espera
Tu cura de mayor
 (2)


5

Ya no le temo al aguijón del magnífico celador de estas tierras. Él es un pobre animal sin dientes y desarmado que nunca supo de la santidad de los obreros ni pudo en su solemne ferocidad de gallardo trashumante cantar las canciones que de memoria pintarrajeábamos en los centros comerciales. Mientras tanto, en los confines del hueso, mi cuerpo ha decidido de manera autónoma, casi revolucionaria, ser solamente el bosquejo de la sangre, clara y tibia; autosuficiente. Y desde el litoral que define los contornos de mi enfermedad, afectado en la vida, por la vida, sudando hambriento, atornillado de aguijones, los veo manipular el acero de un lado a otro de la avenida macilenta. Y ya no temo a ese sol que inocente se pudre de los pies a la corona, ni al aguijón del magnífico, no temo. Ya dan las 2 de la tarde. Ya vienes con tu falda de aguardiente.
(2) 

6

Reconozco nuestro amor en la amable carcajada de Lima
Y porque no pensamos en el tiempo es que nos encontramos así: saciados de él.
Juntos y acechados rebalsando miel por las fuentes
Pensando la vida dios y sus energúmenos ídolos de cloruro de sodio
Porque juntos estamos
Hueso contra el hueso
Y no contra como si de una venganza sorda dijéramos
Si no violentos de abrazo, tercos de apego
Disfrazada de santa me coges los dedos
Te has puesto los guantes de aluminio
El de las grandes batallas
Y la sonrisa idéntica de esposa
Ya creo en la vida
 (2)


8

El paseo alrededor de los parques y la mirada que envuelve envidiosa al otoño como un capullo no están más
Hicimos promesas, si, sentados sobre la horma que direcciona al sol, y nos dimos forma de amantes
Clarísimos estábamos en la noche que no termina, casi niños
Descifrando sobre el esqueleto cuadriculado de los periódicos la sabiduría del mundo
Y  enroscado al tallo de tu cuerpo, me santifico
Porque siendo anciano ya no vas a amarme
Ni siquiera sembrarás en la tumba de mi cabeza la espina que justifica las acciones torpes del pecador
Así llegamos y así nos hemos juntado lentos y asfaltados en la calle con nombre de agujero
Toman rumbo los defectos
Así se aman donde sea
 (2)


11

Te miras en el espejo que devuelve sombras y ya no te encuentras limpio,
Ya no estás fresco ni nuevo para la serena emancipación de los deseos
Estás podrido e incendiado
Y así te miras en el espejo sonriente y  te aclamas como héroe de una batalla perdida hace ya lustros

Y tu sexo tiene un color agrio y se herrumbra en las madrugadas
La sopa ya no es buena, no amarga nuestras lenguas en un fuego precario, ni llena ese vacío del cual venimos todos a alimentarnos sobrios
Indiferentes
Marchitos al tiempo que hambrientos

Por favor, no quiero bailar ese apuñalante vals, pequeño Eliot
Tus comillas me presentan la vida como atragantada en la espalda
Porque si pidiéramos abrirnos encontraríamos huesos secos y alguna fruta saboreada en la tarde, cuando el sol por fin se consagra a su divina muerte de rey avejentado

Abrázame
Adorada mujer mía
No tienes tú la culpa de esta pena
No te culpes por el desprestigio de mi calma
Luego, portentosa como la marea, puedes golpear mi pecho inútil
Y buscar en el sonido que produzca una sanación para tus manos agitadas

Así has empezado esto y así suplicas que termine
Has ansiado llegar a casa y sentarte a blasfemar contra tu alma pobre
Sirviente de tu propio recuerdo
Te has salvado de reír esta noche
(2) 



12

Y tú,
recuerdas nuestros parques y la tarde fresca?
la garúa continua y sabrosa en la frente?
Todas las mañanas siguientes éramos instantáneos
El aire se acomodaba en tus ropas
y de tanto recorrer las veredas de la ciudad nos abrazábamos
Tú decías una que otra palabra sin sentido, (para mí, que en tu presencia nada tenía sentido salvo tu presencia) y luego dormitabas unas pocas horas
Yo seguía pensando en la garúa que lentamente te mojaba
Todo continuaba igual entonces
Y era triste decir que la noche había llegado
porque dormidos ya no nos vemos
y aunque la carne se agolpe fulminante en las almohadas
no es lo mismo acogerte desnuda que sollozarte entre sueños
Con todo y eso las cosas han quedado estacionadas aquí, en la derrotada esencia de las huertas
Y si ahora cantas de otra forma ha de ser que no amaste mis insanias
Yo comprendo.
(2) 



13

Si abrazara lo posible y luego lo descuidara como una fruta madura a punto de morir.
O si, a la vez que recojo un tierno manojo de aves rotas, los temores de tu ausencia se presentaran ante mí como un general sordo ante sus hijos uniformados.
Si tal vez, caminando lentamente por el filo espumoso que deja el hambre en las playas, yo te viera insomne y perfecta:
Entonces no volvería a ser yo,
y al abrirme ante ti como una piedra hermética no podría hablar más,
y enmudecer de por vida  me resulta difícil, por una cuestión de discutir diariamente con la muerte y llegar siempre a un acuerdo majestuoso.
(2) 



14

todos tus meridianos son graves
cada una de tus raras consecuencias son de una sordera indecible
ajena al tiempo
todos tus gestos parecen hurtos a la noche
seminales
y yo
cuando despierto de la nostalgia de tus risas
me recuesto
y soy la vida
la palabra apenas dicha
(2) 


16

Para mejor despedirnos peinaste mis cabellos con los dedos
Y untaste mi cuerpo seco y averiado con esas cremas que sueles oler cuando llega la tarde
Limpiaste mis oídos lentamente
Con la paciencia de quien sabe que cada caricia cura a un hombre y salva su alma

Para mejor despedirnos me diste la alegría de dormir sobre tus piernas y despertar luego hambriento
Nuestras vidas se han visto forzadas a desunirse
Un instante irrefrenable de búsqueda de ti me atormenta desde entonces
Porque todo se hace más duro sin el conocimiento que me acompaña en el cuenco de barro de tus manos
Y la vida
que no tiene la piedad de las espinas
es un capullo donde se sienta mi sombra con la idea de verte aparecer
Laboriosa
Sonriente
Amable entre las madres envainadas en sus hornos
(2) 



17

Familiar es la desesperación, toma sus colores del sol de adviento.
Conocida es su matriz urgida de bruma, sencilla de movimiento.
Porque siempre esperé la coronación de mis mensajes.
Año tras año, convencido de mi aliento, caminé apurando el paso sin saberme perseguido o expectante.

Y entre todos los cuerpos que encontré rugiendo en las avenidas estaba el tuyo:
Almohadas de papel y una confusa tergiversación de los animales del río.
La soledad y su puñal siempre lento, de sobra conocido.

Bailamos una canción de amor en el rescoldo de los fines de semana
que variaban de tiempo en tiempo
así como se cambian de sombrero los abuelos y sus hijos en las fiestas.

Si tan solo me dejaras visitarte esta noche nueva, hacerlo todo nuevo.
Que nada haga el trato perecedero.
Que nada nos confunda con los grillos invisibles de la medianoche.
Que nos riamos de lo que la pobre vida nos ha mostrado al sacarse las ropas: un cuerpo que no es menos que nosotros, pero que nos soporta si juntos le dedicamos canciones.
 (2)



18

tampoco eres la apoderada del tiempo
su frágil domesticador por las tardes
no llevas la corona de adviento
consumiendo, en la solapa de los árboles, palabras que reflejan un mal antiguo
ni siquiera tienes la forma de que está hecho el año, el mes, la boca entera de tu sapiencia
eso no lo escondes en tus manos de farol
solo eres más veloz que la muerte
y si te es suficiente enmienda
sigue adelante
(2) 


LO QUE ANTES

Se derrumbó la noche como un nido de uvas podridas
y era posible aun sentir el aliento que te era innato, como el de los animales que se alejan cada vez más del hombre y sus secuaces.
No sé cómo descubrí que desandas en una tierra que no por prometida era fecunda en cáncer,
y que de pronto tus penas se mandan a bailar una tonada alegre y embriagante.
Eres  desde entonces la única habitante de la ciudad del norte
y por esa misma razón olvidas mi tacto marcando el minutero en tu pecho azul.
Los colores morirán desesperados
esperando una capitulación que se resuelva en tus brazos.
De todos modos curaré tus llagas,
serán dulces como el fruto de la creación.
(2) 



FXD

Tú has de hacer burla y mella
y has de tomar mis labios partidos
para decirme al oído "has perdido,
la vida no es más una guerra para ti".

Las guerras se luchan
y la lucha está llena de carne y voces.

La vida ya no es madrugada insepulta y saltos al vacío.
Y mi pobre corazón se asienta en la arena y juega a crear templos en donde orar de rodillas por mí y mis viejos azotes de nobleza.

Desde ahora callar será la túnica que nos cubra el pecho ennegrecido.
 (2)


POEMA

Hoy se decirte que el pasado conmueve:
luz inútil
que no soporta nuestros cuerpos a oscuras
(2)



(1)













(2)

Poemas inéditos o aparecidos en revistas





Jorge Giraldo Sánchez (Lima 1980): Estudió filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado el poemario SEAMUS  en el año 2006.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos tus poemas son muy profundos y fuertes a la vez,se siente mucha intensidad en cada uno de ellos.

Anónimo dijo...

Ya no se siente la oropéndola mientras ese cajón hueco y con grandes ecos recuerda una oleada de grillos

abatallados en la marea de los conciertos que solíamos dar.
Ya no hay herrumbrajes ni faldas de aguardiente

Las piernas de cebo que solías mixionar se han escapado de esos laberintos de ternura falsa
de risas de esposa
de óleos aromáticos
de comunidades molinenses

¿qué más da ahora esa crisis que te hace bajar 20 kilos?
las pelotas de ping pong ya no pueden ser tus aliadas y mucho menos tu excusa para retorcerme el alma

Sin embargo

/y aquí viene toda la academia en la canícula de su puesta/

esas enciclopedias duras y de color rojo se llenan cada vez más de cáncer
me he comido las ciruelas que estaban en la hielera y el libro de Williams está lleno de polillas
y las ganas por embriargarnos mientras el frío nos lacera entre almohadas antiguas (llenas de baba, sudor, semen y sangre) aún existe